El delantero noruego del Villarreal decidió viajar con su equipo a Almería a pesar del inminente nacimiento de su hijo

Alexander Sørloth, es un delantero noruego que juega en el Villarreal CF. El pasado domingo, a horas de ser padre, decidió abandonar ese rol y jugar en otro campo. El que le une profesionalmente a su club que ese día jugaba contra el Almería. Así que, en vez de irse al Hospital, se fue al Power Horse Staduim del Almería, colista de la tabla.

No es intención de este artículo realizar un juicio público al delantero del Villarreal. Se desconocen las razones de su decisión. También la opinión de su pareja. Tampoco podemos dar por hecho que haya sido una decisión exclusiva de Sørloth basada en una escala de prioridades donde su club y el futbol ganen por goleada a su familia. Así que sin esas informaciones todo juicio es irresponsable.

Sin embargo, el club al que pertenece parece tener todo este asunto muy claro. Y es que, en el propio club, el cual le dio permiso para quedarse en Valencia por su inminente paternidad, dicen que acertó en la decisión. Y mucho. Pues en el minuto 92 marcó el gol que tal vez le permita a su equipo jugar en Europa. Así que sus jefes, visto lo visto, se lanzaron en tromba a las redes sociales para anunciar en un tweet aquel “historión” épico que suponía la renuncia a estar presente en el nacimiento de su hija en beneficio del club y del equipo. Y encima ganar con un gol de su propia marca.  Pero claro, aquello ni podía salir gratis ni pasar desapercibido. El debate estaba servido pues contenía temas claves de nuestra modernidad: la conciliación, los roles asignados y los cuidados. A todo ello se añade que es un personaje público, publicitado y con proyección de discurso.

El tweet colgado por el Villareal ensalzando la postura de su jugador ha gozado de no pocos apoyos por parte de muchos hombres y seguidores del club. Y esto es lo preocupante. Que participar del nacimiento de tu propia hija, no solo sea fácilmente sustituible por la “honorable” decisión de cumplir con tus responsabilidades profesionales, sino más aún, que ello te revalorice como padre proveedor que sigue adelante con su vida pública a costa de ausentarte en los momentos clave de la paternidad; que también es del propio Sørloth.

Es decir, se sigue asumiendo –y valorando- que la responsabilidad de los cuidados no es cosa de hombres. Y que, en todo caso, si participamos de la vida familiar lo hacemos desde una perspectiva exclusiva del disfrute personal. Porque nuestras responsabilidades -las de los hombres- se circunscriben a las que adoptamos en el ámbito público, especialmente en el laboral.

Pero pongamos el ejemplo al revés ¿Cómo se hubiera juzgado a una mujer que priorizase su compromiso profesional con un club deportivo frente a una necesidad de cuidado urgente de un menor a su cargo? ¿Se hubiera alabado su compromiso o se hubiera denunciado su irresponsabilidad?

El debate no es sobre implicación profesional o deportiva, ni sobre Sørloth como buena o mala persona. El debate va sobre la conciliación y su reivindicación como un derecho el cual debe ir acompañado de la asunción de la corresponsabilidad compartida. Y sobre la necesidad de exigirnos, y, sobre todo, de autoexigirnos un compromiso real y equitativo en la crianza y en el conjunto de los cuidados. Pues los cuidados mueven el mundo y deben estar en la agenda pública de toda política progresista.

 

Por Miguel Garrido Sola, parlamentario de Contigo Navarra Zurekin Nafarroa

 

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