Como es bien sabido, por desgracia y a pesar del fuerte incremento de la mayoría de izquierdas y progresista en el Ayuntamiento de Pamplona, hoy tenemos nuevamente una alcaldesa de derechas. Sin duda, compartimos la enorme decepción de la mayoría social pamplonesa que votó cambio y ve este lamentable resultado. Como veremos, los intereses partidistas de determinadas fuerzas políticas han impedido una alternativa a UPN.

En Contigo-Zurekin una vez conocidos los resultados electorales establecimos una hoja de ruta clara; diálogo con todas las fuerzas progresistas, discreción (no dimos una sola rueda de prensa en todo el proceso), lealtad y búsqueda del mínimo común denominador para lograr el acuerdo.

En la forma en que yo concibo la política, lo que promete cada fuerza en la campaña y en su programa electoral es “un contrato” con la ciudadanía que debe ser cumplido sí o sí. En ese sentido, cuando uno aborda una negociación, debe buscar un punto “medio”, por así decir, que permita que todas las fuerzas llamadas a acordar puedan respetar su “contrato” ciudadano a la vez que lograr el acuerdo.

En ese sentido partíamos de un punto casi imposible de conciliar. PSN había prometido a su electorado que no iba a votar ni a UPN ni a Bildu de forma reiterada, cosa con la que evidentemente nosotros no estábamos de acuerdo y ya destacamos en campaña que iba a ser un obstáculo enorme para el cambio.

Por otro lado, Bildu rechazaba lógicamente ese veto de PSN y se propuso el objetivo de ser primera fuerza para que no fuera necesario el voto positivo de PSN y acceder a la alcaldía como lista más votada.

Ante este panorama, más allá de las presiones (bastante absurdas por otra parte) de pedirle el uno a la otra y viceversa que “incumpla su contrato con la ciudadanía” (es como si yo le pido a UPN que cumpla “mi” programa y no el suyo) la única solución viable podía ser una vía intermedia que permitiera a todos ser coherentes con su “contrato” y lograr una alcaldía y gobierno progresista.

Con estos ingredientes y tras muchas vueltas, solo había una solución viable. Bildu como fuerza más votada debía tener el máximo poder, lógicamente. Por eso no era posible un gobierno solo de PSN-Geroa-Contigo-Zurekin, y que fuera encabezado por cualquiera de los tres.

En ese escenario y para salvar la imposibilidad de que PSN votara a Bildu, necesariamente había que elegir una tercera persona, Koldo Martínez en este caso, que una vez elegida Alcalde pudiera nombrar un gobierno donde estuviéramos también Bildu, Geroa y Contigo-Zurekin, pues PSN tiene en su “contrato” no gobernar con Bildu. En esa hipótesis, que se abre en el momento en que PSN acepta votar a Koldo sin contrapartidas, prácticamente todas de concejalías delegadas, lo equivalente a Consejerías en el Ayuntamiento,  hubieran sido para Bildu, salvo una que podría haber gestionado Geroa y otra Contigo-Zurekin. En definitiva, el mismo gobierno y el mismo programa que si el alcalde fuese Asirón, el pactado por las tres fuerzas, solo que con Koldo de alcalde.

Y ante este escenario, ¿cuál ha sido el resultado? Negativa de PSN a levantar el veto  a Bildu, y negativa de Bildu a votar a Koldo. Consecuencia de todo ello; gobierno de derechas con 11 concejales frente a 16 progresistas.

Hoy nos podemos preguntar cómo es posible este desastroso resultado para el bien común de la ciudad desde una mirada de izquierdas y no podemos encontrar otra respuesta que el interés partidista frente al interés de la ciudad. PSN tiene miedo a levantar el veto a Bildu por su posible efecto electoral en las elecciones generales, lo ha dejado claro hasta Pedro Sánchez, y Bildu tenía miedo a que una alcaldía liderada por Koldo “reflotase” a Geroa Bai en Pamplona-Iruña. Por cierto, algo que ya pasó al revés en 2015 cuando Asirón fue alcalde con solo cinco concejales/as, gracias al apoyo del resto de fuerzas progresistas.

Frente a esto uno mira la actitud de Ada Colau y los Comunes en Barcelona, y encuentra otra actitud y una ética política completamente distinta. Aunque allí, si se hubiera primado la alianza de izquierdas frente a la alianza nacionalista, el pacto lógico era PSC–BComúERC, el apoyo de ERC a la derecha catalana, por cierto, compañeros de coalición de Bildu en las elecciones generales, lo hizo imposible. Ante ese escenario, Ada y los suyos en lugar de echar las culpas al de al lado, cosa que hubiera sido posiblemente más rentable electoralmente, a cambio de nada y pensando únicamente en el bien de la ciudadanía que iba a sufrir la política derechista anunciada por Trias, evitó con su voto que gobierne hoy la derecha. Ese es un principio básico. Nunca nuestro voto por interés partidista puede suponer un perjuicio para la sociedad a la que representamos.

El poder-la política en muchas ocasiones, si no se tienen claros ciertos principios éticos, puede hacer que los llamados “cálculos políticos” te lleven a tomar decisiones que sabes que hoy son peores para la sociedad a cambio de un “supuesto bien mayor a futuro”. Un futuro siempre en el que “yo sea más fuerte y gobierne”, claro. La realidad suele ser tozuda, y la consecuencia de ello es que la sociedad sale muy perjudicada como en este caso la mayoría progresista de Pamplona, y rara vez el cálculo sale exactamente como uno lo pensaba. Lo que en la izquierda se concebía como “cuanto peor mejor”, suele ser siempre “cuanto peor, peor”.

Y si cuatro años de gobierno de derechas con mayoría de izquierdas han sido duros, imagínense ocho. Esperemos que más pronto que tarde, PSN-Bildu enmienden su profundo error y Pamplona tenga el gobierno progresista que ha votado.

Txema Mauleón

Concejal de Pamplona-Iruña por Contigo-Zurekin

Comparte